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13 de octubre de 2013 - México fue, una vez, sinónimo de emigración desesperada hacia el “sueño del Norte”, mientras que hoy es uno de los países del mundo que más atrae a trabajadores extranjeros. El número de inmigrados legales aumentó a más del doble entre el 2000 y el 2010 y sigue creciendo.

Lo anterior se debe a una economía sana y a una serie de leyes que estimulan, principalmente, la llegada de “cerebros”: la última, que entró en vigor el pasado mes de septiembre, cuenta con procedimientos más ágiles, lo que provocó un nuevo aumento del 10 por ciento de las solicitudes de residencia.

Un informe publicado por el New York Times entra en los detalles de este fenómeno y pone de relieve, por ejemplo, que el 75 por ciento de los inmigrados legales en México son originarios de los Estados Unidos.

El “rebase”, aparentemente, ya tuvo lugar, es decir, hay más ciudadanos de los Estados Unidos que mexicanos que cruzan la frontera que se extiende a lo largo del Río Bravo. Los primeros, por supuesto, no cruzan el desierto ilegalmente.

El Presidente de México, Enrique Peña Nieto, utilizó una peculiar expresión («por fin las estrellas se están alineando a nuestro favor») para definir este momento mágico de la economía, a pesar de que su país se mantiene bajo la atención del mundo por los altos índices de violencia (provocada por el tráfico de drogas) y los grandes problemas ciertamente no han desaparecido: sistema educativo de bajo nivel, desigualdad y niveles de pobreza significativos, entre otros.

La creación de oportunidades se debe principalmente a la reactivación de muchos puestos de trabajo relacionados con la economía de los Estados Unidos, que en las últimas décadas se habían desplazado hacia el Lejano Oriente. Luego se empezó a notar que no siempre valía la pena: la ventaja de la mano de obra barata de China se ha reducido, y México está mucho más cerca.

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(corriere.it / sette / puntodincontro.mx / adaptación y traducción al español de massimo barzizza)