8 aprile 2012 - Due coppie scherzano nell'Alcazar del Castello di Chapultepec di Città del Messico, adornato con striscioni medievali. Sono venuti a vedere la premiere della nuova versione della Bella Addormentata che la Compagnia Nazionale di Danza presenta fino al 24 aprile.

Si salutano con gli occhi, ridono e si interpellano a voce alta:

-Quanto hai pagato per essere in prima fila?

-500 pesos, ma non si vede niente.

-Il mio posto è meglio, allora (la seconda fila della sezione "preferente") e ho pagato meno della metà.

Poi entrambe le coppie tornano ai loro posti. Mancano 15 minuti per l'inizio della messa in scena basata sul racconto scritto da Charles Perrault nel 1697. Ma la loro impazienza è enorme. Ricominciano le grida da una fila all'altra. Questa volta, con soprannomi.

- Indio, dalla seconda fila si vede tutto!

- Sì, ma dalla prima si possono toccare i ballerini. Dimmi piuttosto quanto avete pagato per un posto nella zona "preferente"!

- Molto meno e mi hanno perfino dato un panino.

Pochi minuti dopo, Indio e sua moglie scambiano i loro posti —l'83 e 84 della prima fila— con due ragazze e vanno a sedersi di fianco ai loro amici. Continuano le battute. Indio spiega:

- Quando ho comprato i biglietti al lavoro non me ne sono fregato molto. Poi mi hanno detto che i posti migliori non sono in prima fila, ma nelle zone centrali.

Comincia lo spettacolo. Ascoltando le prime note di Pyotr Ilyich Tchaikovsky, le due coppie tacciono.

L'unica luce visibile alle 8 di sera in punto è quella della luna, l'unico suono udibile è l'applauso del pubblico.

 

Trailer del 2010 dell'Istituto Nazionale delle Belle Arti.

 

La prima parte è dedicata al battesimo di Aurora, quando il re Florestan invita tutte le fate meno Carabosse, che, offesa, lancia un incantesimo che provocherà la morte della neonata quando arriverà il giorno del suo 16° compleanno e si pungerà il dito con il fuso di un arcolaio. La Fata dei Lillà, pur non potendo annullare l'incantesimo, lo mitiga, trasformando la condanna a morte in quella di 100 anni di sonno, da cui la principessa potrà essere svegliata solo dal bacio di un principe.

Durante questa scena uno dei bambini del pubblico guarda estasiato e chiede:

- Papà, perché ci sono cavalieri in armatura?

Il papà, che non sa cosa rispondere, dice:

- Guarda, ci sono anche fate, re, principesse e principi.

Cuando appare in scena Carabosse, lo stesso bambino si spaventa e chiede:

- Papà, cos'è?

Quando il padre inizia la spiegazione, il bambino lo guarda e, come se stesse gridando a bassa voce, lo interrompe:

- Lo so papà! Lo so!

Le luci si accendono e si spengono. Illuminano il palco e le tribune. Diversi genitori danno spiegazioni ai figli e loro rispondono che conoscono già la coreografia creata da Marius Petipa, anche se di sicuro non conoscono la storia del coreografo francese, coautore della versione originale dell'opera negli ultimi anni del XIX secolo.

 

Una delle scale all'interno del Castello di Chapultepec.

 

Proprio nel momento in cui comincia la scena dell'incantesimo —quando Aurora compie 16 anni, c'è una grande festa, quattro principi le fanno la corte e la fata Carabosse le regala l'arcolaio che la terrà addormentata per cent'anni— lo sbadiglio di un giovane in prima fila è il preludio della sua arresa, che lo porta inesorabilmente cominciare a vedere i messaggi di Facebook sul suo smartphone.

È accompagnato da un amico, anche lui a quanto pare annoiato, che inizia a fare la stessa cosa. Entrambi hanno sonno. Sbadigliano una, due, tre volte. Ma, per non fare brutta figura, quando la gente applaude ripetono con loro «Che bravi! Eccellente messa in scena!».

Pochi giorni prima del debutto, Sylvie Reynaud, direttrice della Compagnia Nazionale di Danza, aveva annunciato che ci sarebbero stati alcuni tagli per accorciare la produzione, che originalmente dura tre ore e sembrava troppo lunga per il pubblico.

Doveva essere inoltre adattata alle esigenze spaziali del Castello di Chapultepec. La scena in cui queste modifiche sono più evidenti è quella in cui il principe Desiré, cento anni dopo l'inizio del letargo di Aurora, la sveglia con un bacio.

In circa sette minuti, Desiré scende dal suo cavallo bianco, incontra la Fata dei Lillà che lo conduce da Aurora, che si trova addormentata sdraiata su un divano dove il principe la bacia. A questo punto, il pubblico sospira.

Verso la fine dello spettacolo, sfilano sul palcoscenico i personaggi di altri racconti per bambini: Il Gatto con gli Stivali, Barbablù e la principessa Florine, Cappuccetto Rosso e il lupo. La gente non capisce perché. Non sanno che si tratta di un omaggio della Compagnia Nazionale di Danza a Charles Perrault, autore della Bella Addormentata e delle opere di cui sopra. Nessuno lo spiega.

 

(emiliano balerini / milenio.com / puntodincontro)

***

8 de abril de 2012 - Dos parejas bromean en el Alcázar del Castillo de Chapultepec, arreglado con banderas medievales. Están a punto de ver el estreno de la nueva versión de La Bella Durmiente que la Compañía Nacional de Danza presenta desde el miércoles y hasta el 24 de abril en ese lugar.

Se saludan con la vista, ríen y se cuestionan a gritos los unos a los otros:

–¿Cuánto pagaste para estar en primera fila?

–500 pesos, pero no se ve nada.

–Entonces está mejor mi lugar (la segunda fila del área preferente) y pagué menos de la mitad.

Enseguida ambas parejas vuelven a sus lugares. Faltan 15 minutos para que inicie la puesta en escena basada en el cuento escrito por Charles Perrault en 1697. Pero su impaciencia es demasiada. Retornan los gritos entre filas. Ahora con apodos de por medio.

–Indio, desde esta segunda fila se ve todo.

–Sí, pero desde la primera puedo tocar a los bailarines. Mejor díganme cuánto pagaron en el área de preferente

– Mucho menos y hasta nos dieron un sándwich.

Minutos después, Indio y su mujer intercambian con dos chicas sus asientos, 83 y 84 de la primera fila, y se van a lado de sus amigos. Las bromas siguen. Indio vuelve a hablar:

–Cuando compré los boletos en el trabajo no me importó nada, dije chingue su madre. Después me comentaron que los mejores lugares no estaban abajo, sino en las filas de en medio.

Comienza la obra. Al escucharse los primeros acordes de Piotr Ilich Tchaikovski, las dos parejas hacen silencio. La única luz que se aprecia en punto de las ocho de la noche es la de la luna y el único ruido que se percibe es el aplauso del público.

La primera parte está dedicada al bautizo de Aurora, cuando el rey Florestán invita a todas las hadas, menos a Carabosse, quien ofendida lanza un hechizo para que la niña al cumplir 16 años se pinche con un huso y muera. Sin embargo el Hada de las Lilas cambia el maleficio para que Aurora permanezca dormida hasta que un príncipe la bese.

Mientras ésta escena ocurre, uno de los niños del público mira extasiado y pregunta:

–¿Papá, por qué hay caballeros con armaduras?

El papá no sabe qué contestarle y dice:

–Mira, también hay hadas, reyes, princesas y príncipes.

Cuando aparece Carabosse el mismo niño se asusta y cuestiona:

–¿Papá, qué es eso?

Al comenzar la explicación, el niño mira a su padre y hace cómo que grita en voz baja:

–¡Ya sé papá! ¡Ya sé!

Las luces se encienden y se apagan. Iluminan el escenario y las gradas. Varios papás les explican a los hijos y éstos responden que ya conocen la coreografía creada por Marius Petipa, aunque, seguramente, no saben quién fue el bailarín ruso.

Justo en el momento en que comienza la escena del hechizo, cuando Aurora cumple 16 años, hay una gran celebración. Cuatro príncipes han acudido a cortejarla y el hada Carabosse le regala el huso con el que se pincha y permanece dormida cien años.

El bostezo de un joven que se encuentra en la primera fila del área preferente es el preludio para que baje la guardia y empiece a ver por Facebook sus mensajes.

Lo acompaña un amigo que al parecer también está aburrido porque hace lo mismo. Ambos tienen sueño. Bostezan: una, dos, tres veces. Eso sí, para no quedar mal, siguen a la gente cuando aplaude y dicen “qué bien, qué buena obra”.

Unos días antes del estreno, Sylvie Reynaud, directora de la Compañía Nacional de Danza, anunció que harían algunos cortes musicales a la puesta en escena, para agilizarla, pues originalmente dura tres horas y media y les parecía muy larga para que el público la pueda apreciar bien.

Además tenían que adaptarla a las necesidades espaciales del Castillo de Chapultepec, La escena en la que más se nota el corte es en la que el príncipe Desiré, cien años después de que Aurora se pincha con el huso, la desencanta con un beso.

En aproximadamente siete minutos, Desiré, baja de su caballo blanco, se encuentra con el hada de las Lilas, quien lo conduce a Aurora, recostada en un diván, y éste la besa. Entonces, la gente suspira.

Hacia el final del montaje, aparecen personajes de otras obras infantiles: El Gato con Botas, Barba Azul y la Princesa Florine y Caperucita Roja y el lobo. La gente no entiende a qué se debe. No saben que es un homenaje de la Compañía Nacional de Danza a Charles Perrault, autor de La Bella Durmiente y de las obras antes mencionadas. Nadie les explica.

Al terminar, el público se debate entre lo grandioso de La Bella Durmiente y la incongruencia de no saber explicar a tiempo las razones por las cuales se le hace un homenaje a Charles Perrault y sus piezas.

 

(emiliano balerini / milenio.com / puntodincontro)