19 dicembre 2012 - Per secoli, i popoli mesoamericani celebrarono cerimonie per adorare gli dei e mantenere vive le tradizioni che davano un senso alla loro esistenza. Una delle più importanti era l'arrivo di Huitzilopochtli (il colibrì del Sud), che si commemorava negli ultimi giorni di dicembre.

Nel periodo del calendario azteco noto come Panquetzaliztli —tra il 7 e il 26 dicembre nel calendario gregoriano— si verificava l'avvento di Huitzilopochtli, il Bambino Sole. L'occasione veniva celebrata con una serie di feste popolari e così gli antichi abitanti della zona mesoamericana mantenevano viva una delle tradizioni più profonde della cosmogonia precolombiana che si basava sulla rinascita della nostra stella.
 

Malinalco, il sito da dove gli aztechi credevano che risorgesse ogni anno il nuovo sole,
è oggi un vivace villaggio turistico che ha ottenuto la categoría di Pueblo Mágico dal governo messicano.

 

Durante quei giorni la gente digiunava, si accendevano falò con legna aromatica, si purificavano le case con rituali antichi, si preparavano banchetti e si realizzavano sacrifici in onore di questo loro dio, che garantiva l'esistenza del mondo per almeno un altro anno.

E tutto accadeva il giorno del solstizio d'inverno, nel momento preciso in cui il Sole, nel suo moto annuo lungo l'eclittica, si trovava alla minima declinazione. Ed allora Huitzilopochtli tornava. Secondo la tradizione degli aztechi, in questa data il Bambino Sole si recava al Mictlán, il luogo di riposo dei morti, per poi rinascere sotto forma di un colibrì.

Secondo alcuni storici, precisamente tra il 24 e il 26 dicembre, questa figura divina rinasceva trasmutata in un piccolo uccello per cominciare a succhiare il miele dai fiori. Il luogo esatto da cui si credeva che il nuovo sole risorgeva era il villaggio di Malinalco (Malinalxoch), che si trova oggi nello Stato del Messico, ed era proprio lì dove si svolgevano le cerimonie e i rituali tradizionali per dimostrare la riconoscenza e il rispetto del popolo al loro dio.

Fra le celebrazioni in onore di Huitzilopochtli si svolgeva una corsa guidata da un corridore veloce —che portava in braccio una figura che rappresentava questa divinità realizzata in amaranto e miele— seguito da un gruppo di persone con bandiere blu che attraversava i quartieri e i villaggi dell'antica Tenochtitlan.

Dopo la conquista spagnola, i missionari identificarono questo evento come un'opportunità per sostituire gli antichi dèi pagani con quelli cattolici, conservando le antiche tradizioni, in modo tale che la nuova religione potesse diventare parte della vita quotidiana dei nativi.
 

La melodia e i versi del canto tradizionale delle Posadas messicane.
 

Con queste premesse, Fray Diego de Soria ottenne una bolla pontificia per celebrare quelle che allora vennero chiamate Messe di Aguinaldo (pronunciato aghinaldo), sostituendo i festeggiamenti in onore di Huitzilopochtli con la storia del viaggio di Maria e Giuseppe a Betlemme. E così le prime posadas [1] si svolsero nel 1587 nel piccolo villaggio di San Agustín Acolman, nei pressi di Teotihuacán.

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[1] Le posadas sono celebrazioni della Chiesa Cattolica —che si svolgono prima di Natale principalmente in Messico— composte da nove rosari, tra il 16 e il 24 dicembre, nel corso dei quali ricorda il viaggio della Sacra Famiglia dalla Galilea a Betlemme.

 

(suite101.net / puntodincontro)

 

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19 dicembre de 2012 - Durante siglos, los antiguos pueblos mesoamericanos celebraron algunas ceremonias para venerar a sus dioses y mantener vivas las tradiciones que daban sentido a su existencia. Una de las más importantes en su calendario era la llegada de Huitzilopochtli (colibrí del sur), que ocurría en los últimos días del mes de diciembre.

En el periodo conocido como Panquetzaliztli en el calendario azteca, entre los días 7 y 26 de de diciembre de nuestro calendario, ocurría el advenimiento de Huitzilopochtli, el Niño Sol. Esto se celebraba con una serie de fiestas populares y así, los antiguos pobladores mantenían viva una de las tradiciones más arraigadas en la cosmovisión prehispánica y que consistía en el renacimiento del astro rey.

 

Malinalco, el sitio desde donde los aztecas creían que renacía cada año el nuevo sol,
es hoy un alegre centro turististico que obtuvo la categoría de Pueblo Mágico
otorgada por el gobierno mexicano.

 

En estos días la gente realizaba ayunos, prendían fogatas con maderas aromáticas, purificaban sus hogares con la práctica de rituales antiguos, ofrendaban grandes manjares y hacían sacrificios en honor de su dios, que volvía para asegurar la vida al menos un año más.

Todo sucedía el día del solsticio de invierno, justo cuando el sol ya había recorrido la bóveda celeste y se encontraba en su máximo desplazamiento hacia el sur, era cuando Huitzilopochtli volvía. Según la costumbre mexica, en esta fecha el Niño Sol caminaba hacia el Mictlán, lugar de reposo o de los muertos, para renacer después en forma de colibrí.

Algunos historiadores aseguran que era precisamente entre el 24 y el 26 de diciembre cuando este dios renacía trasmutado en esa pequeña ave para chupar la miel de las flores. El lugar donde se creía que el nuevo sol resurgía por completo era en la localidad de Malinalco (Malinalxoch), ubicada en el Estado de México, y ahí se realizaban las ceremonias y rituales tradicionales de aquellos pueblos para demostrarle cariño y respeto.

Parte de las celebraciones en honor al dios Huitzilopochtli, consistían en una carrera encabezada por un corredor muy rápido que cargaba en los brazos una figura de esta deidad echa con amaranto y miel y detrás del portador de esta imagen, corría una multitud de gente portando banderas de color azul siguiendo al líder por muchos de los barrios y pueblos que componían la antigua Tenochtitlan.

Después de la conquista española, los evangelizadores visualizaron este evento como una oportunidad de sustituir a los antiguos dioses paganos por los católicos, sin perder la tradición y como una manera de convertir a la religión española en parte de la vida cotidiana de los indígenas.
 

La melodía y la letra del canto tradicional de las Posadas en México.
 

Con este antecedente, Fray Diego de Soria consiguió una bula papal para celebrar lo que en su momento se llamaron misas de aguinaldo y sustituir así las celebraciones en honor de Huitzilopochtli con la historia de María y José en su peregrinar hacia Belén. Fue así como las primeras posadas [1] se celebraron en 1587 en el pequeño pueblo de San Agustín Acolman, cerca de Teotihuacán.

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[1] Las posadas son celebraciones de la Iglesia Católica previas a la Navidad —que se realizan principalmente en México— basadas en nueve rosarios, entre el 16 y el 24 de diciembre, durante los cuales se recuerda el viaje de la Sagrada Familia desde Galilea hasta Belén.

 

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