17 de octubre de 2019 - Turín es, por excelencia, el centro italiano del chocolate. La tradición comenzó en 1563 cuando, para celebrar el traslado de la capital ducal desde Chambéry, Emanuele Filiberto de Saboya ofreció simbólicamente a la ciudad una taza humeante de la homónima bebida a base de cacao.

Poco más de dos siglos después, la capital piamontesa mostró al mundo una de sus primeras pruebas del gusto por la innovación: precisamente en la llamada “ciudad mágica”, a principios del siglo XIX, se experimentó un nuevo equipo que —mezclando cacao, vainilla, agua y azúcar— producía tabletas sólidas y dio vida a los chocolates, en todas sus presentaciones, desde bombones hasta pralinés y trufas.

Más tarde, en 1865, una creación de Michele Prochet combinó el cacao con la avellana de las Langhe y fue la primera en ser envuelta. La nueva invención de confitería se lanzó al mercado durante el Carnaval, por lo que tomó el nombre de Gianduiotto, en honor a Gianduja, la legendaria máscara de Turín originaria del teatro de las marionetas.

Desde entonces, muchas grandes empresas deben su éxito al procesamiento del chocolate y dos especialidades, producidas hoy en grandes cantidades, son particularmente conocidas incluso entre los consumidores mexicanos: el cremino y la Nutella.

El primero —hoy disponible como producto de consumo en los estantes de la distribución a gran escala del país latinoamericano— fue inventado en la capital piamontesa en la segunda mitad del siglo XIX por Ferdinando Baratti, quien había abierto con su socio Edoardo Milano una tienda de confitería llamada “Baratti & Milano”. Es un chocolate compuesto por tres capas, las externas preparadas con la mezcla de los gianduiotti y la interna a base de crema de avellanas.

La Nutella —que llega a ser consumida en cantidades cercanas a los dos kilos al año por sus aficionados mexicanos— fue creada en 1946 por el gran pastelero de Alba —a unos 60 km de Turín—Pietro Ferrero, que quería ofrecer al público un refrigerio nutritivo y barato. La leyenda dice que debido al calor, el producto original de chocolate y avellana se derritió, dando lugar a la Nutella, bautizada así unos años más tarde por Michele, hijo de Pietro.

Frascos de Nutella en la fábrica de Ferrero de Alba

(massimo barzizza / puntodincontro.mx)