ITALIA EN EL MUNDO
 

Instagram

8 de agosto de 2019 - Hoy es el 63 aniversario de la tragedia de la mina de Bois du Cazier, en Marcinelle, Bélgica, donde murieron 262 mineros el 8 de agosto de 1956. El desastre sigue impreso en la memoria colectiva de nosotros los italianos, porque los connacionales que ahí perdieron la vida fueron 136, más de la mitad del total. Un drama terrible, con víctimas de once nacionalidades diferentes, incluidas nueve de países europeos.

En el aniversario de la tragedia de Marcinelle, celebramos cada año el Día Nacional del Sacrificio del Trabajo. Un aniversario solemne e importante que rinde homenaje a los muchos italianos, trabajadoras y trabajadores, que han honrado y honran a nuestra Patria, en todo el mundo, con el valor de su trabajo y su ingenio, animados por la dedicación y el deseo de triunfar en los países en los que se encuentran.

Mi pensamiento particular va, con conmoción, a todos aquellos que perdieron la vida mientras trabajaban, durante el cumplimiento de un deber noble y el ejercicio de un derecho básico de cada persona. Morir en el trabajo es un evento muy triste que tenemos que comprometernos a evitar por cualquier medio. Por esta razón, es necesario actuar prioritariamente, a nivel nacional, europeo e internacional, para fortalecer el marco regulatorio con respecto a la protección de la seguridad y la prevención de accidentes.

No olvidemos que, precisamente después de lo que sucedió en Marcinelle, la Alta Autoridad de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), fundada cinco años antes, también comenzó a abordar los problemas previamente descuidados relacionados con la seguridad en el lugar de trabajo. Sin embargo, incluso hoy, en la Unión Europea, la implementación efectiva de un marco homogéneo y coherente de políticas sociales sigue siendo insuficiente. Es por esto que sigue apareciendo entre los objetivos a alcanzar en la Nueva Agenda Estratégica de la UE 2019-2024 recientemente adoptada.

Dado que la Unión está en vísperas de la apertura de un nuevo ciclo legislativo, creo que es realmente importante que las instituciones de la UE indiquen rápidamente las iniciativas que pretenden llevar a cabo, programadas en un calendario específico. Abundan las ideas y declaraciones de principios y de intención, pero rara vez se han transformado en realidad. Estoy convencido, por otro lado, de que se necesita un tejido efectivo de legislación europea que aborde, de manera orgánica, los aspectos sociales más urgentes e indispensables para reducir las asimetrías anacrónicas ya no aceptables entre los Estados de la UE.

En particular, es necesario avanzar hacia sistemas de seguros europeos que cubran accidentes y muertes en el trabajo y lograr una mayor armonía en las decisiones jurisdiccionales nacionales sobre el tema; garantizar la nivelación real de las injustificables desigualdades de trato, salarios y seguridad social, entre quienes trabajan en diferentes países de la UE, alineándose con las mejores normas y prácticas vigentes; ofrecer a todos una protección social adecuada y moderna; proteger a los más vulnerables y afirmar la igualdad sustantiva entre mujeres y hombres, incluso en la remuneración; estructurar un sistema europeo de apoyo incisivo para quienes no tienen un trabajo o desean formación con vistas a una conversión profesional, financiada por el presupuesto de la Unión y seguir promoviendo un mercado laboral europeo justo, dinámico e inclusivo.

Por supuesto, son temas relevantes y en cada uno de ellos Italia no puede dejar de contribuir proactivamente a la reflexión y la acción común en las sedes de la UE. Lo hemos estado haciendo desde hace tiempo, gracias a nuestra sólida experiencia legislativa, operativa y cultural, corroborada por los estímulos de las comunidades italianas en el extranjero, una preciosa fuente de inspiración y un ejemplo de éxito social y económico.

Considero que esta es una forma tangible de mirar hacia adelante e inspirarnos en el símbolo de Marcinelle de una manera efectiva y fuerte. Se lo debemos a quienes
murieron en la mina hace 63 años, al dolor lacerante de los miembros de sus familias, a las muchas víctimas en el trabajo. Se lo debemos a la Constitución de la República, que se define como “fundada en el trabajo”.

Con la misma intención, es imposible no recordar a los italianos que, especialmente entre los siglos XIX y XX, abandonaron sus países de origen para buscar un futuro digno y ofrecerles a sus hijos algo mejor. A menudo tuvieron que enfrentar lo desconocido con base en vagas promesas, aventurándose en viajes inciertos y peligrosos y encontrando condiciones inaccesibles una vez que llegaban a su destino. Al igual que otros europeos, fuimos, hasta principios de la década de 1960 —es decir, muy recientemente— una nación de emigración estructural en el mundo. Numerosas historias, libros, películas y canciones dan testimonio de esto.

Un flujo inmenso desde Italia que, aunque con cifras inferiores, aún continúa con diferentes características. Por un lado, a menudo involucra a personas calificadas, hasta el punto de que se habla de “fuga de cerebros”. Para ellos, no con poca frecuencia, la experiencia en el extranjero les permite integrar la preparación profesional con el estudio. Luego, algunos regresan, mientras que otros deciden
establecerse definitivamente en el exterior siguiendo una elección definitiva o casi. Por otro lado, hoy, dentro de la Unión Europea, se aplica el derecho a la libre circulación y a la libertad de residencia en cualquier Estado miembro. La ciudadanía de la UE, que se une a la nacional, nos hace sentir menos extranjeros en los sitios en donde una vez lo fuimos y la ley de la UE nos protege de cualquier tipo de discriminación. Una evolución indudable, cuyas consecuencias aún no empezaban a desarrollarse cuando nuestros compatriotas trabajaron y murieron en Marcinelle.

El mundo actual es globalizado y digital, en continua evolución tecnológica, acorta distancias físicas y psicológicas, nos mantiene constantemente interconectados, elimina o reduce las barreras, aumenta las oportunidades de viajar, buscar y encontrar empleo no muy lejos de casa o en una escala casi planetaria. Al mismo tiempo, impone desafíos considerables y puede amenazar los roles y las tareas tradicionales. Quienes no saben cómo actualizarse pierden terreno y se asustan sin justificación, ya que los datos económicos muestran que los empleos —a veces innovadores e inéditos— que se crean son más que los que se vuelven obsoletos. Pero esta “nueva movilidad” transfronteriza desafortunadamente es superada en gran medida, tanto en términos de número como de dramatismo, por los grandes flujos migratorios, la mayoría de los cuales se dirigen a Europa.

La historia y las crónicas nos enseñan que siempre es difícil ingresar, con plenos derechos, en tejidos sociales distintos al del país de pertenencia, entre no pocas hostilidades y frecuentes pruebas que hay que superar. Sin embargo, los emigrantes italianos y sus descendientes han demostrado una habilidad extraordinaria en este sentido. En este intenso año como Ministro de Asuntos Exteriores, he llevado a cabo numerosas misiones fuera de Italia y he visto la imagen positiva que nos caracteriza, gracias también al gran aprecio y estima de la que gozan muchos italianos que han trabajado y trabajan en el extranjero con gran capacidad. Mujeres y hombres de los que estamos orgullosos, que han tenido y tienen el mérito de enriquecer las sociedades en las que han entrado con su actividad intelectual y manual.

De hecho, nuestras comunidades en el extranjero siempre han ofrecido una contribución fundamental al crecimiento de los países anfitriones y desempeñan un papel crucial para difundir el conocimiento de Italia, de su cultura y de su identidad en todo el mundo. Debemos reconocer, con convencida gratitud y respeto, su inestimable contribución y, sobre todo, nunca olvidar sus sacrificios.

Queridos amigos italianos, donde sea que se encuentren en el mundo, deben ser conscientes de la valiosa contribución que, con su arduo trabajo, brindan al gran capital de imagen y reputación de la Patria. Ustedes representan un arquitrabe esencial, una infraestructura de conexión, que es nuestro deber valorizar y mejorar. Son un puente concreto entre sus países de residencia e Italia.

En este día especial dedicado a aquellos que se sacrificaron en el trabajo, hasta el costo extremo de la vida, deseo dirigirles mi saludo más sincero y un abrazo fraterno.

Gracias por la contribución todos los días ofrecen al crecimiento de la República.

(enzo moavero milanesi / puntodincontro.mx / adaptación y traducción al español de massimo barzizza)

Haz clic aquí para leer los demás artículos de la sección “Italia en el mundo”.

Web
Analytics Made Easy - StatCounter