CIENCIA Y TECNOLOGÍA
 

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30 de enero de 2019 - A la caza de superpoderes curativos en el genoma del Axolotl, una extraña criatura con apariencia de pez con patas que posee una característica extraordinaria: es capaz de regenerar casi todas las partes de su cuerpo, sin dejar cicatrices. Por esto, la salamandra mexicana se encuentra bajo el lente de investigadores que están construyendo mapas cada vez más detallados de su ADN.

Una leyenda azteca la describe como un dios que se transformó para evitar un sacrificio. Su corona de branquias, su aleta caudal afilada, su color rosa pálido, pero también dorado, gris o negro y un hocico que parece siempre sonriente, son características únicas que estimulan la imaginación de muchos.
Aunque su futuro es incierto, debido a la degradación de su hábitat, y sólo puede ser visto en estado natural en los canales del Lago de Xochimilco, en el extremo sur de la Ciudad de México, muchos especímenes de axolotl en cautiverio prosperan en los laboratorios de todo el mundo.

Los autores de un estudio publicado el 24 de enero en la revista científica Genome Research y republicado ayer por el New York Times han explorado su genoma y este trabajo, que resultó en el mapa más completo disponible en la actualidad de sus genes, allana el camino para avances potenciales en la medicina regenerativa humana, aseguran los expertos.

Las salamandras son campeonas en regenerar partes del cuerpo perdidas. Los humanos, junto con otros mamíferos, pueden regenerar bocetos de extremidades perdidas cuando aún son embriones.
Cuando somos niños, nos pueden volver a crecer las puntas de los dedos; los ratones pueden hacer esto incluso cuando son adultos. Pero las salamandras destacan por ser los únicos vertebrados que logran reemplazar a cualquier edad las partes complejas del cuerpo que se pierden.

Hasta que se le corta la cabeza, la capacidad de regeneración del axolotl parece casi ilimitada: es capaz de «producir réplicas casi perfectas» de todos los rincones de su organismo, hasta la mitad del cerebro, destaca uno de los autores de la investigación, Jeremiah Smith de la Universidad de Kentucky. El equipo trató de entender cómo evolucionaron estos superpoderes curativos.

El reto es titánico: el ADN del Axolotl es gigante, 10 veces el tamaño del genoma humano, explicó otra autora del estudio, Melissa Keinath, del Instituto Carnegie para la Ciencia de Baltimore. Esa sobreabundancia de ADN repetitivo siempre ha sido el problema. Para leer la secuencia del genoma de un organismo, los científicos deben reducir el ADN en pedazos y luego volver a ensamblarlos como un rompecabezas. A partir de un estudio anterior, el equipo ha mapeado más de 100 mil piezas de ADN en los cromosomas, utilizando un enfoque ultra avanzado.

Al rastrear patrones de herencia genética a través de 48 especímenes “híbridos” de segunda generación, los investigadores pudieron deducir cuáles secuencias de ADN pertenecían a los axolotes y dónde se colocaban físicamente a lo largo de los 14 cromosomas del anfibio. En el curso del trabajo de composición del “rompecabezas genómico”, los científicos también identificaron una mutación que causa un defecto cardíaco comúnmente estudiado en los axolotes.

El estudio es un punto de partida: saber cómo se posiciona el ADN a lo largo de los cromosomas «permite comenzar a pensar en las funciones y en la forma en que se regulan los genes», dice Randal Voss, profesor de neurociencia en la Universidad de Kentucky. El desafío es comprender si hay formas prácticas de «hacer que los humanos se parezcan más al axolotl».

(puntodincontro.mx)

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