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El nacimiento, una idea de Francisco de Asís

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2 de diciembre de 2020 (6:59 hrs.) - Las representaciones del nacimiento de Jesucristo, como las vemos hoy, son el producto de un largo proceso, probablemente iniciado, aunque en forma incipiente, en el siglo III, cuando los cristianos figuraban a María con el recién nacido en brazos. En Roma estas imágenes se encuentran en las catacumbas, que nacieron como lugares de entierro pero que más tarde, debido a las persecuciones, se convirtieron en refugio. La pintura más antigua de la Virgen con el niño Jesús se encuentra en las Catacumbas de Priscilla en la Via Salaria, obra de un artista desconocido del siglo III dentro de un arcosolio del siglo II.

La Natividad representada en las catacumbas de Priscilla, en Roma.

La tradición pictórica de representar la Natividad fue seguida luego por la ejemplificación tridimensional, que se llevaba a cabo en ocasión de las fiestas decembrinas. Esta costumbre, al principio predominantemente italiana, se originó en la época de San Francisco de Asís, quien en 1223 creó la primera personificación del nacimiento de Cristo en Greccio. El año anterior había viajado a Belén, quedando impresionado por las figuras sagradas instaladas para la Navidad.

De regreso del viaje pidió permiso al entonces Papa Honorio III para poder reproducirlas al año siguiente en el Estado de la Iglesia. Había gran estima entre los dos, pero Honorio, cuyo nombre era Cencio Savelli, no accedió por completo a la solicitud de Francisco. En ese momento la representación de dramas sagrados estaba prohibida por la Iglesia Católica, por lo que solo le permitió celebrar misa en una cueva natural, la ermita de Greccio, en lugar de en la iglesia. Greccio, que hoy es una localidad de poco más de 1,500 habitantes en la provincia de Rieti, se encuentra a aproximadamente 90 kilómetros de Asís y a unos cien de Roma.

Francisco había llegado allí en 1209. Como de costumbre, se había ido a vivir a un lugar aislado, en el monte Lacerone, a unos cuantos kilómetros del castillo de la ciudad. Llevaba una vida de ermitaño, que interrumpía de vez en cuando para ir a predicar.

Hablando con una persona local, el castellano Giovanni Velita, le dijo que quería recrear el ambiente de Belén y ver con «los ojos del cuerpo» cómo habían colocado al niño Jesús en un pesebre. «Quiero celebrar la Nochebuena contigo» —le explicó— «así que elige una cueva donde harás construir un pesebre y allí conducirás un buey y un asno, e intentarás reproducir, en la medida de lo posible, la escena de Belén. Es mi deseo: quiero ver, al menos una vez, con mis propios ojos, el nacimiento del divino infante».

Y así, el 24 de diciembre de 1223 se escenificó el nacimiento de Jesús. Estaban la cueva, el buey y el asno. Ninguno de los presentes asumió los papeles de José y María, porque Francisco no quería que el evento se convirtiera en un espectáculo. La población había acudido en masa y así el santo pudo contar la historia a los fieles que no sabían leer.

Fue el primer nacimiento viviente del mundo, aunque aún no estuvo representado en su forma completa. Tommaso da Celano, biógrafo de San Francisco, describió la escena así: «Se arregla el pesebre, se trae el heno, se llevan el buey y el asno. Allí se honra la sencillez, se exalta la pobreza, se alaba la humildad y Greccio casi se transforma en un nuevo Belén».

Y también hubo quienes clamaron al milagro: «Un caballero virtuoso y sincero, que había dejado la milicia y estaba muy familiarizado con el hombre de Dios, Messer Giovanni di Greccio, aseguró haber visto, dentro del pesebre, una hermoso bebé dormido al que Francisco, sosteniéndolo con ambos brazos, parecía despertar del sueño», escribió Bonaventura da Bagnoregio en la Leyenda Mayor, una biografía de San Francisco de Asís escrita en latín por encargo de la Orden de los Frailes Menores y aprobada por el capítulo general de Pisa en 1263.

Más allá de la aparición relatada por Messer Giovanni, sin embargo, cabe destacar que solo más tarde en los pesebres del mundo se añadieron los otros personajes, empezando por el niño hasta llegar a sus padres y luego a decenas y decenas de figuras que acudían para rendir homenaje.

La decimotercera de las veintiocho escenas del ciclo de frescos de las Historias de San Francisco de la Basílica Superior de Asís, atribuidos a Giotto, representa precisamente el nacimiento de Greccio (en la imagen principal de este artículo), fue probablemente pintado entre 1295 y 1299 y mide 230x270 cm.

(puntodincontro)

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