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18 de julio de 2013 - Hace unos días realicé un viaje de relax rumbo a las sierras, mi tierra natal. Cientos de kilómetros iban despuntando diferentes paisajes: desde los más urbanos con carreteras iluminadas que trazan la ruta para salir velozmente de la gran ciudad, hasta los más campestres realzados por los rayos del sol en los sembrados, y el olor a la hierba silvestre.

Las horas de viaje estuvieron alivianadas por la excelente compañía y el confort propio del auto; que junto a la elección de buena música, y los servicios de “colaciones a bordo” (donde nunca falta una buena variedad de caramelos, galletitas y el sabor de un mate amargo), sirvieron para amenizar el trayecto y acercarnos cada vez más a nuestro ansiado destino.

En una estación de peaje presencié una escena que cautivó fuertemente mi atención: el conductor de un vehículo ingresó en la fila de pago automático creyendo que su abono era compatible y la barrera no habilitó su ingreso. Sin moverse ni un milímetro atrajo la atención de un empleado del lugar, que se fue acercando para asistirlo y aclararle que debía pagar en efectivo. Redoblando la apuesta, sin moverse ni pestañear (ni mucho menos intentar otra maniobra), el conductor sugirió al empleado que le cobre ahí mismo, persuadiéndolo con su “plantada actitud inamovible”, logrando así pasar la barrera y continuar con su viaje.

Automáticamente yo imaginé estar en la misma situación y mi reacción hubiera sido radicalmente distinta (tanto que me asusté!): seguramente al advertir mi equivocación intentaría dar marcha atrás, pedir disculpas por demorar a otras personas, agradecer el asesoramiento, ir a la fila de cobro manual, y seguramente pedir permiso para avanzar delante de otro auto…

¿Se dan cuenta todas las cosas que vinieron a mi cabeza?

Si bien ambos llegamos al resultado final con éxito, porque los dos autos pasamos la barrera y continuamos con nuestro viaje; los caminos para lograrlo fueron diferentes y dependen exclusivamente de la combinación entre el estilo de comunicación que empleamos y nuestros rasgos de personalidad.

Sin duda todos tenemos recursos. Todos contamos con un suministro natural de dones que viven en nuestro interior, y son absolutamente personales; estos recursos nos ayudan no solo a resolver situaciones de vida, sino que le dan a cada persona un estilo de resolución, y aunque nos resulte difícil de aceptar, cada ser despliega su propio método tratando de desentrañar la vida misma.

Creo que lo importante no es juzgar y quedarnos en la mera crítica sobre la acción del prójimo, sino entender que todos somos diferentes, y resolvemos las situaciones desde puntos de vista heterodoxos.

Asimismo, me preguntaba si podría dar un paseo en el auto de ese conductor y, a pesar de que la primera respuesta —casi reactiva— es un rotundo NO —simplemente porque yo resolvería las cosas de otra manera—, al mismo tiempo me invito a sacar provecho de estos aprendizajes sencillos, y creer que SI me haría muy bien incorporar otras formas válidas de resolución.

Nos animamos a convivir con lo diferente? Somos permeables a lo heterodoxo? O andamos por la vida tratando de torcer las circunstancias para que se asemejen a nuestro criterio?

Vuelvo de mis días de descanso con un gran aprendizaje. Convivir con lo diferente merece trabajar nuestros miedos, ser menos esclavos de nuestros dictámenes, ampliar nuestros procesos de rutina y nuestra tolerancia, ser más condescendientes en la manera de explicar un punto de vista…en fin implica crecer.

…Hace unos días realicé un viaje de relax rumbo a las sierras, mi tierra natal. Cientos de kilómetros fueron despuntando diferentes paisajes, aprendizajes fácticos, y la experiencia de que aún en tiempos recreativos todos podemos ser permeables mirar nuestro accionar y nuestra manera de comunicarnos, y dar una nueva vuelta de tuerca a aquellas cosas que están aún sin ajustar.

Tenemos pautas comunes y estilos particulares, vivimos en un mundo donde confluyen diferentes culturas, modelos heterogéneos de comunicación, y abordajes desde perspectivas muy disímiles. No nos perdamos en estructuras estrictas…no nos perdamos la posibilidad de aprender…porque incorporar lo diferente, siempre nos hace valorativamente diferentes!

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A mí, a vos, a todos nos cuesta aceptar alegremente aquello que nos resulta un comportamiento “prepotente y caprichoso”, pero estoy segura que si pudiera hablar un par de minutos con ese conductor anónimo que pasó por mi camino y dejó una impronta; me diría que tal vez no esté bueno andar por la vida pidiendo tantas disculpas y solicitando tantos permisos…

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* Alejandra Daguerre Nació en Buenos Aires, donde vive y trabaja. Se graduó en Psicología en 1990 en la Universidad del Salvador de Ciudad de Buenos Aires (Argentina). Trabajó en la Fundación Argentina de Lucha contra el Mal de Chagas, en el Departamento de Psicología y durante tres años en el Ministerio del Trabajo y Seguridad Social (entrevistas de preselección, programas de reinserción laboral y selección del personal).
Desde 1994 hasta 1999 se desempeñó en el Departamento de Graduados de la Universidad de Buenos Aires, en areas de RRHH y Capacitación. De 2003 a 2009 trabajó en el Instituto de Estética y Rehabilitación Física "Fisiocorp", en el tratamiento psicológico de pacientes con enfermedades crónicas y en pacientes de rehabilitación física a largo plazo. Desde 1991 trabaja por cuenta propia en el campo de la psicología clínica para adolescentes y adultos, con métodos psicoanalíticos, y de arte-terapia.

** Laura Barral, quien ilustra esta sección, nació el 3 de Febrero de 1988. Es diseñadora en Comunicación Visual de la Universidad Nacional de La Plata en Argentina. Actualmente es socio-propietaria del estudio de diseño Decote Design, donde realiza trabajos de identidad corporativa, diseño de logotipo, print, vinilos, corpóreos y diseño web. En 2010 se consagró como ganadora del concurso de la cámara de comercio de la Ciudad de Tornquist (provincia de Buenos Aires).

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(alejandra daguerre / puntodincontro.mx / adaptación y traducción al italiano de alejandra daguerre y massimo barzizza)