17
de diciembre
de 2013 - Ya se está convirtiendo en una
epidemia: el número de niños que toman
medicamentos psiquiátricos se ha triplicado
en los Estados Unidos durante los últimos 15
años. Esto fue revelado por el sitio web
Consumer Reports, que agrega otro
detalle crucial: la mayoría de los usos que
se hace de estos fármacos no está aprobado
por la Administración de Alimentos y Drogas
(Food and Drug Administration - FDA),
la agencia gubernamental encargada de
determinar lo que se puede vender en las
farmacias.
El problema tiene una doble vertiente. Por
un lado, se ha desarrollado una mayor
atención hacia las enfermedades mentales
—incluyendo trastornos como el déficit de
atención (Attention Deficit Disorder
- ADD)— en los pacientes más jóvenes y, por
el otro, no siempre es fácil tener acceso a
los especialistas en la materia y existe una
cierta superficialidad de parte de los
médicos generales y pediatras en intentar
soluciones farmacológicas. El resultado es
que con demasiada frecuencia los
medicamentos destinados a los adultos se
suministran también a los niños, pensando
que así se pueden resolver fácilmente los
problemas.
La sospecha más grave es que las presiones
de la industria farmacéutica hayan ayudado a
ampliar el mercado. Las ventas totales de
este tipo de medicamentos han aumentado en
forma significativa durante los últimos
años. En otras palabras, se creó una
necesidad introduciendo en la conversación
cotidiana el problema de los trastornos
mentales de los niños, para luego ofrecer
una salida fácil que se adquiere en la
farmacia.
La realidad, por supuesto, es diferente.
Muchos de estos trastornos, tal vez, ni
siquiera son tales y, posiblemente, podrían
ser tratados de otra forma. Muchos de los
medicamentos prescritos fueron originalmente
concebidos para usos diferentes, pero se
considera de una manera superficial que
puedan funcionar en casi todos los casos.
Estos medicamentos a veces son inútiles y
pueden llegar a ser perjudiciales, ya que
tienen efectos secundarios como aumento de
peso, colesterol, o el desarrollo de
diabetes de tipo B.
La FDA no ha aprobado muchos de los usos de
estos fármacos, sobre todo cuando se trata
de niños, pero los médicos tienen la
libertad de seguir prescribiéndolos. La
esperanza ahora es que estos informes sirvan
para llamar la atención acerca del problema,
modificando los hábitos de médicos y
pacientes.
(paolo mastrolilli /
lastampa.it / puntodincontro.mx /
adaptación y traducción al español de
massimo barzizza)
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