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27 de abril de 2014 - Hablaremos hoy de dos italianos que dejaron a México un gran legado. Uno de ellos fue el arquitecto Silvio Contri, contratado por Porfirio Díaz para que diseñara el que habría de conocerse como Palacio de Comunicaciones y que en la actualidad es sede del Museo Nacional de Arte (Munal). Las obras iniciaron en 1904, durante la época en que el Modernismo surgió como una corriente arquitectónica.

Esta tendencia se caracterizó por combinar estilos del pasado como el gótico, clásico, y barroco con estructuras de hierro, uno de los avances tecnológicos más notables de la época. Gran parte de la decoración interior del proyecto —tallas en madera, pinturas, yesos, herrería, etc.— fue realizada por la familia florentina Coppede.

El sitio elegido para la construcción del edificio fue el predio que había ocupado el hospital de San Andrés, célebre porque en su capilla se embalsamaron en 1867 los restos del emperador Maximiliano de Habsburgo, antes de ser enviados a Viena el año siguiente.

El Palacio de Comunicaciones fue inaugurado en 1911 por Francisco I. Madero.

El inmueble fue sede, años más tarde, del Archivo General de la Nación y a partir de 1982 se estableció ahí el Museo Nacional de Arte (Munal), que brinda un extenso panorama de la trayectoria seguida por el arte mexicano, desde la época prehispánica hasta nuestros días.

En sus majestuosos salones se exponen obras de arte de todas las épocas, entre las que sobresale una magnífica colección de paisajes de José María Velasco.

Una sección para no perderse, en este museo, es el Gabinete de Estampa, que contiene litografías de artistas destacados del siglo XIX con temas que van desde los paisajes a las escenas costumbristas, incluyendo personajes, flores, frutos y oficios, entre otros. Un universo de imágenes que constituye una importante crónica gráfica de esa época.

La existencia esta sección del Munal es posible por la aportación de otro italiano, Claudio Linati, Conde de Parma, responsable directo de la importación a México de la técnica para la producción de litografías.

Linati llegó a México en 1825, seducido por la posibilidad de observar de cerca el desarrollo de un país que recientemente había logrado su independencia y fascinado por la idea de participar en su proceso de politización.

En Italia había formado parte de los carbonarios, una sociedad secreta revolucionaria —fundada en el entonces Reino de Nápoles durante los primeros años del siglo XIX y basada en principios liberales y valores patrios— que luchaba contra el rey Fernando I de las Dos Sicilias.

Al llegar a México estableció en la capital un taller de litografía, el primero del país. Fue uno de los editores del semanario “El Iris”, que sólo se publicó durante siete meses. Ahí apareció la primera caricatura política mexicana, una alegoría de la tiranía, que se atribuye al propio Linati. Él y sus colaboradores empezaron a publicar comentarios políticos acerca de los acontecimientos nacionales, lo cual provocó la clausura del periódico en 1826.

La tiranía. Claudio Linati, 1826.

Su aportación más importante es la reproducción de trajes típicos y escenas costumbristas, reunidos en los textos y litografías que creó para el libro “Trajes civiles, militares y religiosos de México”. Es una obra extraordinaria que, además, contiene breves anotaciones de este notable autor italiano.

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(ángeles gonzález gamio / la jornada / puntodincontro.mx / adaptación y traducción al italiano de massimo barzizza)